domingo, 30 de marzo de 2014

El origen del Camino del Héroe, 1ª Parte


Cómo ha llegado hasta nosotros.


En realidad, siempre ha estado aquí, acompañándonos con su mensaje desde el principio de los tiempos...


Al principio, y durante miles de años, a través de la tradición oral, después, y desde el Renacimiento, mediante la palabra escrita, gracias a la invención de la imprenta, aunque solamente unas pocas personas pudieran beneficiarse de ello, pues eran quienes sabían leer; para el resto, el pueblo llano, el teatro actuó como el vehículo de transmisión del mensaje, recuperando en parte la misión educativa original que el Teatro Mistérico tuvo en sus inicios.


A partir de la segunda mitad del siglo XIX, gracias a la afortunada y creciente escolarización de la población en Europa y América, las antiguas sagas mitológicas como “La Iliada,” “La Odisea,” y el “Mahabárata” de La India, recién descubierto para occidente, así como los nuevos relatos basados en el Arquetipo del Héroe, como por ejemplo “Alicia en el País de las Maravillas,” llevaron al gran público, incluso desde la infancia, el poderoso y esperanzador mensaje del Héroe.


Hoy en día, y desde su popularización, ha sido el cine, el Séptimo Arte, el que ha recogido el testigo como transmisor del atemporal mensaje del Camino del Héroe.


Para ilustrar el papel educador del Arquetipo del Héroe, voy a compartir con vosotros un texto muy interesante y esclarecedor, tomado del libro “Ontología del lenguaje,” escrito por Rafael Echevarría, fundador de la corriente latinoamericana de Coaching:

"Los poetas, los responsables entonces de la educación, cumplían con su función de enseñar relatando historias épicas o fábulas, narraciones sobre acciones realizadas por humanos, héroes y dioses. De esta forma, se sabía lo que era la piedad, el amor o la perfidia a través de las acciones realizadas por los personajes de esas historias.
Por ejemplo, se accedía a la sabiduría obrando a la manera de aquéllos a quienes la comunidad, a través de estos relatos, como en el caso de Ulises, consideraba sabios. Se aprendía la valentía obrando según aquellos que la comunidad, en sus historias, consideraba valientes, como Aquiles.”


¡Interesante! ¿Verdad? Aprovechamos las enseñanzas del Mito gracias a nuestra humana tendencia a emular a aquellos a los admiramos y seguimos, que en este caso, y a diferencia de muchos de los ídolos del mundo actual, eran verdaderos ejemplo de virtudes y cualidades humanas.
Mucho más cercano en el tiempo que los relatos de la Mitología Clásica, fue la inmortal obra de Miguel de Cervantes, “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha;” y basándose en ella, dos grandes pensadores españoles, José Ortega y Gasset y Miguel de Unamuno, escribieron a principios del pasado siglo XX, dos libros que tratan en profundidad, tomando como ejemplo la figura del Caballero de la Triste Figura, la idea del Héroe y su aplicación a nuestra vida cotidiana.


El primero de ellos se titula “Meditaciones del Quijote,” y fue escrito en 1.914 ¡hace justamente un siglo! El segundo, titulado “Vida de Don Quijote y Sancho,” lo fue en 1.905. Voy a compartir con vosotros un texto tomado de la primera obra, que nos habla con claridad meridiana, sobre el verdadero sentido del Ser Héroe:

"Ser Héroe consiste en Ser Uno, Uno Mismo. Si nos resistimos a que la herencia, a que lo circunstante, nos impongan unas acciones determinadas, es que buscamos asentar en nosotros, y sólo en nosotros, el origen de nuestros actos.
Cuando el héroe quiere, no son los antepasados en él o los usos del presente quienes quieren, sino él mismo. Y este querer él ser él mismo es la heroicidad.”

El auténtico heroísmo, el que podemos vivir cada uno de nosotros, reflejado a través de la figura de Don Quijote, que si bien es héroe de ficción, retrata a la perfección el viejo heroísmo hispano, hoy tan mal entendido en nuestra moderna, descreída y confusa sociedad.
Si deseas saber más sobre los relatos antiguos y contemporáneos que desde la Literatura Universal nos han transmitido el mensaje del Arquetipo del Héroe, te invito a leer este post:

¡Muy bien! Hemos llegado al final de la 1º Parte... En breve podrás leer la 2ª, apasionante y sorprendente, que nos llevará hasta el día de hoy.



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miércoles, 26 de marzo de 2014

La curiosa historia de Arana y Lutecia, 3ª Parte

  
Una fábula sobre el Miedo y la Libertad


"El aire se tornaba más fresco, los horizontes se ensanchaban hasta el infinito, el sol era más radiante que nunca, ¡Y a cada paso que daba se sentía Arana más vigorosa! 
 

-Que buena elección he hecho, que magnífica idea ha sido hacerte caso y seguir tu paso Lutecia! ¡Ahora sí soy libre de verdad! No como mis pobres hermanas allí en el valle, siempre sometidas a los caprichos del pastor y a las dentelladas de su perro maldito.
-No quieras digerir la hierba antes de haberla masticado, Arana! Aún hemos de llegar arriba y apenas hemos comenzado el camino, este es simplemente un lugar de paso, lleno de peligros que tú todavía no conoces.
Apenas terminó Lutecia de decir estas palabras, cuando sus prudentes advertencias cobraron realidad…
Y lo hicieron en forma de una oscura y siniestra figura, el lobo negro, que guardaba celosamente aquellos pasos, pues aquel era su territorio ¡Y nadie podía atravesarlo sin antes enfrentarse a él!


El lobo se acercó bajando raudo por la falda de la montaña y dispuesto a cobrar el tributo que exigía a cuantas criaturas se aventuraban en sus dominios… ¡La vida!
Cara a cara ante ellas, el señor lobo enseñó sus colmillos, mostrando a la vez sus ojos de demonio y su negro pelo erizado. Lutecia no perdió ni un segundo en colocarse en posición de combate, mostrando también sus armas, que eran sus poderosos cuernos, capaces de chocar contra una roca y partirla; sí, ella estaba dispuesta a enfrentarse al temible lobo y a franquear el paso ¡Aunque le fuese la vida en ello!
Pero la pobre Arana no estaba dispuesta a tal cosa, aterrorizada como nunca antes lo había estado ante la visión del temible y feroz lobo…
-¡Dios mío, es enorme! ¡Mucho más grande y fiero que el perro de nuestro amo! Esos ojos, esos colmillos afilados, ese aullido que parece venir del mismísimo infierno… Ay, ay, ay. ¡Comida para esta criatura feroz soy yo!
-¡Rápido Arana! ¡Sube a este peñasco y quédate a salvo mientras yo rechazo a esta alimaña! Y mientras esto decía inclinó la testuz para darle a la acometida del lobo la respuesta que se merecía. Mientras el lobo se recuperaba del golpe, Lutecia señaló un camino seguro entre las peñas a Arana, un atajo a las cumbres donde reinaban las cabras montesas y en donde el lobo no osaría aparecer.
-Escúchame Arana, toma el atajo que sube por tu derecha hacia la peña grande y síguelo hasta el final, ¡Hazlo ahora, rápido! Y cuando llegues arriba estarás segura, ¡hazme caso!
-¿Y que pasará a mis espaldas mientras tanto? ¿Y si el lobo te vence y viene después a por mí? Sería como la hierba fresca del amanecer en sus fauces, ay, ay… ¡No! Yo me voy de aquí, que ahora ya he visto el camino a mi valle ¡Y allí no hay lobo que valga!
-¿Qué estás diciendo pequeña? ¿Que vas a volver a la prisión de tu corral, a seguir siendo esclava de por vida del mezquino de tu amo, como tus pobres hermanas, que no viven sino que se contentan con sobrevivir? ¿Y qué hay de la libertad de correr a tu aire, de ser tu propio amo, sin someterte jamás a nadie?
-Muy cara es la libertad me parece a mí, que mucho hay que esforzarse para conseguirla y más aún para mantenerla, y por no tener amo ni celoso guardián que esté pendiente de mí no tengo tampoco quien me guarde y me proteja. Y además, aquí todo es nuevo para mí, y todo tengo que aprenderlo desde el principio y nada tengo de antemano, y allí todo me es ya conocido y seguro, y para hacer mi día apenas me tengo que esforzar…
-Gracias Lutecia, gracias te doy por haberme querido ayudar, pero a la vista de tanto peligro y sacrificio, bien sé ahora lo que de verdad quiero, ¡Volver a la seguridad de mi corral!


Y sin decir más, emprendió Arana el camino que ahora ya conocía hacia el valle en donde se sentía tan segura. Tomó veloz carrera conseguirlo, pero una vez lo hizo, suspiró aliviada, feliz de volver a la vida de siempre, que nada le exigía más que conformarse a los deseos de su amo y nada le daba más que una existencia tranquila y segura.
Mientras tanto, victoriosa Lutecia en su enfrentamiento con el lobo, reemprendió tranquilamente su viaje a su hogar en las altas cumbres, en donde disfrutaba de la libertad que ella y sus hermanas sabían apreciar. ¡Y es que esa sí era una vida que realmente se podía disfrutar!”

Moraleja:

Y no olvides que si una vida sin esfuerzo ni peligro quieres tener, del valle no has de pasar y cada noche al corral has de volver, y confórmate con esta suerte, pues de hierba fresca y mullido lecho cada día podrás disfrutar.
Pero si quieres ser libre y a nadie someterte, y disfrutar de la vida a cada instante, con pasión e inspiración, sabiendo que al fin llegarás a donde has de llegar, pleno de amor y sabiduría, y partir de este mundo con una sonrisa en los labios y el saco vacío de arrepentimiento, el precio estipulado has de pagar, pues has de saber que ni en la tierra ni en el cielo ningún regalo ni tesoro nos es negado si de corazón lo merecemos, y tenemos la osadía y el valor de pedirlo.

Manuel Marques Robles

Si no has leído la 1ª y la 2ª partes, aquí puedes hacerlo: 


 
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lunes, 24 de marzo de 2014

La curiosa historia de Arana y Lutecia, 2ª Parte

 
Una fábula sobre el Miedo y la Libertad


"Pero la realidad es que ella se encontraba allí, en medio de un bosque espeso y desconocido, y por más que andaba de aquí para allá no encontraba la salida, ni siquiera una pista, y confusa y agotada, se rindió al fin a lo inevitable, dejándose caer al áspero suelo de aquel bosque, tan diferente del acogedor valle en el que pacía cada día desde pequeña con sus hermanas.


Las pisadas se oían a lo lejos, luego algo más cerca, y después aún más, hasta que aquello se hizo evidente… ¡No estaba sola en aquel bosque! Escuchaba la hierba masticar, y atisbaba su figura a lo lejos, un porte digno y recio, unos enormes cuernos como no los había visto jamás, y más alta que el fiero y temido perro pastor que desde que ella recordaba siempre había vigilado al rebaño.
¿Quién era? ¿Sería seguro permanecer allí? Por un momento pensó en huir –todavía no se habrá dado cuenta de que estoy aquí- pero luego reflexionó… ¿hacia dónde? Así que se armó del poco valor que tenía –la verdad es que nunca lo había necesitado en su vida- y decidió jugarse el todo por el todo, acercándose a la misteriosa criatura, que se le antojaba un lejano, muy lejano congénere.
-¡Buenos días! Mi nombre es Arana y soy una cabra del valle, pero como ves no estoy allí, y es que me he perdido… ¿Podrías ayudarme, por favor? La misteriosa criatura dejó de comer durante un momento, y levanto lentamente la cabeza, mirando a aquel pequeño y curioso visitante, que también se le antojaba un pariente lejano…


-¡Vaya! Nunca sabe una lo que va a encontrar en el bosque. Yo me llamo Lutecia, y soy una cabra de las montañas, ¿cómo has llegado a parar aquí? ¡Nunca había visto a nadie como tú!
-Verás, me encontraba con el resto de mis hermanas paciendo en el valle, como cada día desde que era pequeña, cuando aquella espantosa tormenta puso el mundo del revés, y sin saber muy bien cómo, fui a parar a este bosque tan oscuro; supongo que tan asustada como estaba corrí sin saber en que dirección iba y me perdí, y ahora no tengo ni idea de hacia dónde está el camino del valle; si lo encuentro, desde él sabré llegar hasta el corral, que es mi casa; ¿sabes dónde está el camino que busco?
-Vaya, vaya, el miedo nunca es un buen compañero de viaje, eso me enseñaron de pequeña… Lo siento, pero yo no te puedo ayudar. Vengo, como te dije, bajando de las montañas, porque allí arriba la nieve es espesa y aún cubre los pastos, así que bajo cada mañana hasta el bosque para comer, y vuelvo cada tarde a mi hogar entre las cumbres, más allá del gran desfiladero, y así será hasta que llegue el verano y las nieves se retiren.
Cuando oyó la respuesta de Lutecia, la pobre Arana perdió la última esperanza que le quedaba de regresar a salvo a su hogar, y de nuevo se dejó caer al suelo del bosque, pero esta vez llorando desconsoladamente…
-Ay, ay, ay, que será de mí, tan lejos de mi hogar y de mis hermanas, ¡Qué será de mí en este bosque oscuro! Pobre de mí, ya nunca volveré a comer la hierba verde y fresca del valle ni a hablar con mis hermanas, ¡ay, ay, ay! Incluso echo de menos a mi amo que nos encerraba en aquel corral oscuro y a su perro, que corría tras nosotras para mordernos… ¡Ay, ay, ay, pobre de mí!
Tan alicaída vio Lutecia a aquella pobre cabra del valle, que pensó que ya que no podía señalarle el camino de vuelta a su hogar, al menos podía ofrecerle uno nuevo en las montañas.
-Escúchame, no puedo guiarte de regreso a tu valle, porque no conozco el camino, y es que yo nunca me he aventurado más allá de este bosque, pero si quieres, puedo enseñarte el camino a mi casa; somos muchas allí en las montañas, y con el tiempo ellas serán tus nuevas hermanas. Ya no añorarás tu pequeño corral del valle, y es más, vivirás el resto de tu vida en libertad, sin amos ni pastores, libre como el viento que acaricia las cumbres, ¡libre y feliz como nosotras!


Y al oír esas palabras, Arana paró de llorar, y tras pensarlo unos momentos, le respondió –vale, me gusta mucho tu idea, vayamos a tu hogar en las montañas, ¡enséñame el camino Lutecia!
Partieron pues, ahora en animada conversación, hacia las lejanas montañas, y de tanto en tanto paraban para pastar de lo que el bosque les ofrecía, y es después de tanto miedo y angustia, Arana había recordado que llevaba casi un día entero sin comer, ¡y eso no es bueno!
Habían andado ya varias horas, el bosque quedaba atrás y el sol comenzaba a ocultarse detrás de la gran cumbre, así que bajo las ramas de un gran roble buscaron refugio para pasar la noche. Mucho tiempo había pasado desde la última vez que Lutecia había dormido fuera de las montañas, pero la compañía de Arana, parándose a curiosear en su nuevo mundo a cada paso que daban, retrasaba mucho la marcha. Pero al menos, y a pesar de estar al raso, el gran roble les protegería.


Al llegar el nuevo día se levantaron prestas, acariciadas por los tibios rayos del sol del amanecer, desayunaron con las sabrosas plantas humedecidas por el rocío, y se dispusieron a completar la última etapa del viaje. Ya despuntaba el astro rey cuando llegaron a las faldas de las montañas y comenzaron a subir…
Pero lo hacían lentamente, porque Arana a duras penas iba escalando por las rocas, acostumbrada como estaba a andar por la llanura, y la sabia Lutecia, consciente de ello, se acompasaba a su ritmo con la mayor paciencia. Al poco tiempo de subir por los peñascales pudo ver Arana la amplia llanura que iban dejando atrás, y aún más, pudo atisbar allá, a lo lejos, el sendero que abandonaba el bosque por entre dos viejos olmos, y serpenteando, después de cruzar un pequeño torrente, llegaba hasta el valle que tan bien conocía.
-¡Que alegría! ¡Ahora yo sola sabría como volver a mi corral, con mis hermanas...! Pero ya que he emprendido el camino, quiero llegar hasta el final y ver cómo se vive en las montañas…”


Manuel Marques Robles

¡Y muy pronto la 3ª y última parte de esta apasionante aventura!


Si no has leído la 1ª parte, aquí tienes el link:


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domingo, 23 de marzo de 2014

La curiosa historia de Arana y Lutecia, 1ª Parte


Una fábula sobre el Miedo y la Libertad


"Erase una vez una cabra que vivía feliz en el valle, pastando y retozando cada día con sus hermanas, bajo la atenta mirada del pastor y de su fiel ayudante, un enorme y fiero perro de negro y oscuro pelaje.
Arana, que así se llamaba nuestra amiga, dormía cada noche en un corral pequeño y maloliente con todas sus hermanas. Cuando caía la tarde y el sol, después de derramar generosamente su luz y su calor durante el día, se iba a descansar, el pastor, cuidadoso y siempre vigilante llevaba a su rebaño hasta el corral y allí lo dejaba para que pasara la noche, seguro y protegido tras los altos muros de piedra y la puerta de hierro forjado.
-Pequeño y oscuro es nuestro corral, sucio y maloliente, pero es también nuestro hogar, seguro y calentito, y en él hemos de vivir tranquilas y satisfechas, la, ra, la, ra- cantaban las cabras cada mañana al despertar…
Y aquella mañana, como cada día al amanecer, el pastor abría de nuevo la puerta del oscuro corral y Arana y sus hermanas recobraban su pequeña porción de libertad, pero sólo porque así convenía a los intereses de su amo…


Y así salían en tropel, balando y balando, que es como acostumbran a hablar las cabras, hacia el fértil valle, lleno de ondulantes colinas repletas de fresca y jugosa hierba verde lista para comer; pero eso sí, todas juntas y sin desperdigarse, porque sino el amo se ponía nervioso, y enfadado, comenzaba a dar órdenes a su fiero perro pastor para que corriese a lo largo y ancho del valle y a base de furiosos ladridos y cuantos mordiscos fueran necesarios las metiera de nuevo en cintura.


Era aquella una preciosa mañana de abril, fresca y luminosa, cuando el rebaño enfiló en buen orden el camino que llevaba al valle, todas obedientes, en fila india y sin perder el paso, como mandan las normas y las buenas costumbres, alegres de pasar el día pastando bajo el sol disfrutando de la poca libertad que les concedían, o mejor diríamos, que se concedían ellas mismas, porque ¿qué podrían hacer un hombre y un perro si todo el rebaño decidiese dejar de serlo para vivir en verdadera libertad?
Y así fue que llegaron a su pequeño paraíso, el valle verde y precioso cercado por altas montañas que todas amaban…


Pastando y balando fueron consumiendo su pequeña porción de libertad mientras el sol recorría el firmamento, de una punta a otra del valle, y cuando éste comenzaba a descender lento y majestuoso de su cenit camino del ocaso tras las montañas del poniente, unas nubes enormes, tan oscuras como las noches sin luna y tan siniestras como las miradas de los lobos cuando se lanzan sobre su presa, llegaron nadie sabe desde dónde, para poner fin a tan alegre y tranquilo día.
Y cuando la bonanza concluyó comenzó el desasosiego, seguido bien pronto por el terror…
Primero fue el viento, silbando furioso entre las copas de los árboles como si fuera el heraldo del mismísimo Fobos, Señor del Miedo, y aullando entre las colinas como el lamento del monstruoso Kratos recién liberado de sus cadenas en el inframundo; después fue la lluvia, cayendo hiriente sobre la tierra como diez mil flechas aguzadas, y finalmente rayos y truenos, tan numerosos y poderosos que parecía que Thor, dios de las tormentas, estuviese golpeando la tierra con su gran martillo Miolnir…


El rebaño se había desperdigado por todo el valle, preso del pánico, y a duras penas conseguían el pastor y su perro comenzar a reunirlo en el centro del valle para emprender juntos el viaje de vuelta a la seguridad del corral.
Corriendo sin saber a dónde, iba la pobre y asustada Arana, de una colina a otra, poseída por el miedo, intentando escapar de un peligro que estaba en todas partes a la vez, y así fue como escapó del valle que tan bien conocía para ir a parar a un bosque que para nada le era familiar, pues nunca antes se había ido tan lejos, aunque tampoco había tenido necesidad…


Estaba completamente perdida, lejos de casa y de sus hermanas, y en medio de su desolación incluso se permitió llamar desconsolada a su amo el pastor y a su odiado perro. Pasaron los minutos, pasaron las horas hasta que llegó la noche, y después el amanecer de un nuevo día. La tormenta había amainado, y ni rastro quedaba de ella, ni tampoco del camino al valle; parecía que los nefastos acontecimientos del día anterior hubieran sido un producto de su imaginación, un mal sueño… “

Manuel Marques Robles

Y en breve podréis leer la 2ª parte...

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jueves, 20 de marzo de 2014

Ser como el agua


"¡Sé como el agua, amigo mío!” Esta es una de las enseñanzas que el legendario e innovador maestro de Artes Marciales Bruce Lee, fundador del Jeet-kune-Do, o Vía del Puño Interceptor, nos ha legado a todos nosotros, Guerreros de Luz y Artistas y de la Vida.


Te invito, amigo lector, a que por unos momentos te sientas como una gota de agua, fluyendo como el río, en armonía con su entorno, desde las cumbres de las montañas hasta el gran océano, siendo tú mismo, pues has alcanzado tu propósito, y como el Héroe que ha conquistado su Don batallando contra sus Dragones, vuelves al mundo para compartirlo y hacerlo florecer.




El Río

El río en calma
fluye con naturalidad,
en armonía con el mundo,
pues ha alcanzado su propósito.

Copos de nieve y gotas de agua
caen en las cumbres desde las nubes del cielo;
descienden desde la montaña
y se convierten en corriente,
fuente de paz y sabiduría
que da vida al valle.

Espíritu del Agua,
que discurres sin penuria ni batalla
a lo largo de tu camino,
sendero de felicidad compartida.

Unes el Cielo con la Tierra
para llegar a su debido tiempo
al Gran Océano y fundirte en Él,
vertiendo tu sagrado tesoro
en un éxtasis de felicidad.

 
Manuel Marques Robles



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martes, 18 de marzo de 2014

Hacer para Ser


Pasión, Maestría y Felicidad


¿Qué es para ti la Felicidad? ¡Esta es una pregunta que puede tener muchas respuestas!
Para algunas personas -en realidad para una mayoría- consiste en tener cosas que te procuran felicidad: Una casa cómoda y espaciosa en una zona residencial, un automóvil potente y rápido, una vida social alegre y divertida...
Para otros -una creciente minoría, consiste más bien en practicar una actividad que les apasiona, relacionada con sus habilidades, con su talentos, y que les lleva a alcanzar una verdadera maestría en su desempeño.


Cada vez más personas en todo el mundo unimos nuestra maestría a nuestro desempeño profesional, o sea, prosperamos -en todos los aspectos, y no solamente en lo económico- haciendo aquello que realmente nos gusta, ¡y disfrutando plenamente con ello!


En este sentido, el gran desafío para el Héroe y la Heroína en su Camino, es encontrar su propio Don, aquel talento o habilidad, que bien entrenado y trabajado les llevará a ser auténticos maestros en su campo.
Cuando una persona me pregunta cómo pueden averiguar cuál es su Don, siempre le respondo que comience por buscar en aquello que realmente le apasiona hacer; algo tan motivante que seguiría haciéndolo con entusiasmo hasta el último día de su vida, incluso aunque tuviera en sus manos todo el dinero necesario para poder vivir sin trabajar...


En relación a este tema, deseo compartir contigo la interesante conclusión -y muy oportuna enseñanza- que un original y muy aplaudido psicólogo, de apellido inpronunciable, lleva aplicando muchos años, la Fluidez o Estado de Plenitud de Recursos, aplicada a la vida cotidiana: 
 


La mayor parte de la gente cree que la comodidad material y el ocio relajante son aquellas cosas que a uno le hacen la vida feliz y placentera. El cielo en la Tierra, piensan ellos, consiste en no tener nada que hacer y gozar de pleno entretenimiento para distraerse.
Pero a largo plazo esta creencia es errónea. Contrariamente a la opinión popular, los momentos más placenteros y satisfactorios, aquellos que dan plena felicidad y satisfacción a la vida, son habitualmente aquellos en los cuales haces que algo ocurra, cuando conseguimos algo difícil con nuestro cerebro o con nuestros músculos.
Aunque muchos de nosotros luchamos por ser superconsumidores (comprando lujosos coches, grandiosos televisores, yendo a lugares exóticos de vacaciones...), la verdad es que éstas no son las cosas que nos harán felices. Consumir entretenimiento mata el tiempo y aligera el aburrimiento, pero raramente nos hace sentir bien con nosotros mismos.
La vida es más apasionante cuando estamos profundamente implicados en un desafío complejo. La mejor estrategia para disfrutar de la vida es desarrollar cualquier habilidad que uno tenga y utilizarla lo más ampliamente posible. “


Mihaly Csikszentmihalyi
Psicólogo, de su libro “Fluir en el deporte.”


domingo, 16 de marzo de 2014

Las Tres Enseñanzas del Empoderamiento


Cómo ir más allá de nuestros límites


Me gustaría hacerte tres preguntas: ¿Dónde crees que comienzan tus límites? ¿Los sientes cercanos, o más bien lejanos? ¿Eres capaz de ver más allá de ellos?
Porque has de saber que existe un mundo tan grande que es inabarcable, fascinante y lleno de oportunidades, y se encuentra al otro lado del muro que nuestra mente ha construido alrededor nuestro, para protegernos de todos los peligros.


Es el mundo de las infinitas posibilidades... Donde realmente podemos crecer como seres humanos, aprender y evolucionar. En Psicología se le conoce como la Zona de Aprendizaje; y en el Camino del Héroe como el Mundo Extraordinario.
Sin embargo, nuestra mente, rehén de su propia memoria arcaica, procedente de una época prehistórica especialmente cruel y hostil, en la cual la supervivencia era muy difícil, y además adecuadamente condicionada por la instrucción recibida en la familia, el sistema educativo y la propia sociedad, ha construido para nosotros una verdadera prisión, un gueto para encerrar todo nuestro potencial, a nuestro Ser más auténtico, en aras de seguir garantizando nuestra supervivencia.


Es lo que en Psicología se llama la Zona de Seguridad, y en el Camino del Héroe, el Mundo Ordinario. Puedes leer más en detalle sobre estos conceptos en estos dos posts:

El resultado de este planteamiento es trágico... Sobrevivimos, cierto, pero a costa de vivir una vida sin propósito, sin plenitud, y sin la oportunidad de contribuir a la realización del mundo con nuestro Don único.


Yo también partí desde esta situación, y a lo largo de mi Camino fui haciéndome cada vez más consciente de mi propio condicionamiento limitante...
Sabía que había de llegar un momento en el cual comenzara a poner a prueba la solidez de mis murallas mentales. ¿Podía o no derribarlas y abrirme paso a través de ellas hasta el mundo de infinitas posibilidades que me esperaba más allá de mis incertezas.
¡Y así fue! Un día de otoño, varios años atrás, participé en un taller de empoderamiento en la sierra de Guadarrama, en España, y allí, a lo largo de un día muy intenso, aprendí tres lecciones fundamentales sobre cómo rescatar nuestro propio Poder.

Caminando sobre brasas a más de 500 ºC, rompiendo creencias limitantes

1ª. Nuestro potencial es infinito. ¡Podemos ir mucho más allá de lo que nos han hecho creer! Definitivamente podemos afirmar que no conocemos nuestros límites en absoluto, porque apenas utilizamos una pequeña parte de nuestros recursos y habilidades.


Simplemente nos han hecho creer que somos seres pequeños y limitados, cuyo Poder depende siempre de fuentes externas.

2ª. La mayor parte de nuestros miedos son fantasmas. Según los estudios llevados a cabo por diversos científicos, los seres humanos traemos de serie solamente dos miedos: El miedo a caernos, y el miedo a los ruidos súbitos; todos los demás miedos son heredados o aprendidos...
Vivimos, o mejor dicho sobrevivimos, coaccionados por un ejército de sombras fantasmales, que no tienen más realidad que aquella que nosotros le concedemos ni más fuerza que la que le otorgamos.


A este respecto, hay un poema que habla muy claramente de las fuerzas oscuras que cercan nuestra alma, y también de la única fuerza luminosa que puede oponérselas y derrotarlas . Aquí puedes leerlo:

3ª. Cuando estamos en el Estado (psicológico) adecuado, podemos hacer cosas aparentemente imposibles. Es una cuestión de Presencia (nivel Espiritual), Foco (nivel Intelectual), y Entusiasmo (nivel Emocional).


Estar presentes es permanecer plenamente atentos y al mismo tiempo plenamente relajados, abiertos a lo que acontezca y sumergidos en la experiencia, siendo plenamente conscientes de lo que lo que estamos viviendo a cada instante.
Enfocarnos quiere decir concentrar toda nuestra atención en el momento, en el lugar, y en el objetivo.
Entusiasmarnos es permitir que el ser divino que somos se manifieste con toda libertad, es decir, abrir nuestras puertas internas, habitualmente cerradas a cal y canto, para que nuestra valentía, alegría y generosidad se desborden como una gran cascada.
Este Estado psicológico se puede definir con una sola palabra: Fluir.


Y sobre ello escribiré en mi próximo post... ¡Hasta entonces te invito a poner en práctica estas enseñanzas en tu propia vida!






jueves, 13 de marzo de 2014

Los Arquetipos del Camino del Héroe, 3ª Parte


 
Los personajes de la Aventura


El Bufón. Un poco de buen humor aligera la gravedad algunas situaciones y alivia la tensión... ¡No nos tomemos esto tan en serio, por favor! Se trata de un personaje desenfadado y locuaz, y también muy sincero, que muchas veces que tiene el Don de saber decir verdades con una claridad y acierto poco comunes.
Siempre es bueno tenerle cerca, porque puede inspirarnos una gran idea o aliviarnos con su alegría en los momentos más difíciles, aunque también puede meternos en un pequeño lio, pues su naturaleza imprevisible en ocasiones provoca situaciones igualmente imprevisibles.


Es – o son, por ejemplo en la Compañía del Anillo- los divertidos y siempre ocurrentes medianos de La Comarca Pippy y Merry, que acompañan a Frodo Bolsón al principio de la historia, y que viven su propia aventura cuando la Compañía se dispersa.

La Cueva Profunda. ¡Ha llegado el momento de enfrentarte a ti mismo! ¿Quién eres en realidad? ¿Qué sabes de ti? En realidad, y hasta este momento muy poco...
Porque una parte de ti vive en la Sombra, y es precisamente en la Cueva Profunda, símbolo de lo Inconsciente, en donde, seguramente por primera vez en tu vida, vas a encontrarte cara a cara con ella.


En el Paso más importante del Camino; todo el proceso se basa en la experiencia que vas a vivir en este momento, pues sabrás, sin ninguna duda, que ¡tu mayor y más implacable Adversario eres tú mismo!
Y así lo vivió Luke Skywalker en la Cueva Profunda del pantano de Dagobah, cuando vio su propio rostro tras la máscara de su gran adversario, Lord Darth Vader.


La Sombra. Nos acompaña a donde quiera que vayamos, en el día y en la noche; espera pacientemente a que nos atrevamos a mirarla a la cara, como a un oscuro reflejo de nuestra propia imagen, pues su único deseo es ser reconocida como una parte legítima de nosotros, porque formamos un único Ser. Es nuestra más fiel compañera, nuestra propia... Sombra.


Permanece en la Cueva Profunda de lo Inconsciente, aunque de cuando en cuando entra en nuestra vida consciente, para llamar nuestra atención, generalmente causando problemas...
Ella tiene la llave de todos los tesoros, incluido nuestro Don, y a la vez nos tiende una trampa detrás de otra, como parte de esa partida misteriosa y a veces cruel que juegan nuestra Luz y nuestra Sombra.


Asumir su existencia es desaprender todas las falsas lecciones que nos enseñaron en nuestra infancia sobre cómo rechazarnos a nosotros mismos para ser aceptados por nuestro entorno.
Cuando la miramos con Amor, sin Miedo y sin Odio, entonces nos reconocemos en ella, como quien se reencuentra con una vieja y casi olvidada amiga, y entonces se convierte en nuestra más sabia Maestra y poderosa Aliada.

El Don. Todos tenemos una cualidad, un talento o habilidad, que nos hace únicos, irrepetibles e imprescindibles en el orden perfecto del Universo. Es nuestro Don, aquello que realmente define nuestro propósito en la vida; es la respuesta a... ¿para qué estoy aquí?
Para poner tu nota en la gran sinfonía del Universo, para contribuir con lo mejor de ti, dejando una huella que el tiempo no conseguirá borrar jamás, porque permanecerá por siempre.


Has entrado en la Cueva Profunda, en la oscura mina de carbón, y la has atravesado, saliendo por el otro lado con un valioso diamante en tus manos.
¡Enhorabuena! Eres el más afortunado de los seres, porque te has conquistado a ti mismo, como todos los Héroes y Heroínas que en el mundo han sido, y como igual entre ellos, ahora tú también iluminas nuestro Camino con tu Luz.


Si quieres leer los dos posts anteriores que he escrito sobre este tema, aquí tienes los enlaces: 
 
http://encaminodelheroe.blogspot.com.es/2014/03/los-arquetipos-del-camino-del-heroe-los.html

http://encaminodelheroe.blogspot.com.es/2014/03/los-arquetipos-del-camino-del-heroe-los_12.html 






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